Emmanuel Macron copresidió en París con la secretaria general adjunta de la ONU, Amina Mohammed, una reunión del grupo de apoyo internacional para el Líbano (GISL) cuya ambición era enviar un mensaje contundente para ayudar a reiniciar las instituciones y la economía libanesa, pero también para frenar los propósitos desestabilizadores de las potencias regionales.

Ante la lucha por la influencia entre Arabia Saudí sunita e Irán chiita, el grupo recuerda “la necesidad de proteger al Líbano de las crisis que desestabilizan Oriente Medio y llama a todos los estados y organizaciones regionales a trabajar por la estabilidad política, social, económica y financiera”. situación del Líbano y su seguridad, con pleno respeto por su soberanía e integridad”, se lee en una declaración conjunta, traducida del inglés.

En un país con un frágil equilibrio comunitario, desestabilizado aún más por la presencia de unos 1,4 millones de refugiados sirios, la LISG insta a “todas las partes libanesas a implementar la política tangible de disociación y no injerencia en los conflictos externos”.

Una clara invitación a Hezbolá, peso pesado de la política libanesa considerado el vector de expansión de Irán en la región, el apoyo a las fuerzas gubernamentales en Siria y los rebeldes hutíes en Yemen.

“EL DISTANCIA SE IMPONE A TODOS”

Las Fuerzas Armadas Libanesas son las “únicas legítimas” en el Líbano, se lee en el comunicado. Una nueva conferencia de apoyo a la FAL, tras la de Roma en 2014, está prevista para las primeras semanas de 2018.

« El distanciamiento es esencial para todos (.) ya sea Arabia Saudita, ya sea Irán », resumió el jefe de la diplomacia francesa al final de la reunión. “Obviamente también está dirigido a Hezbolá, dentro y fuera”, agregó entonces junto a su homólogo estadounidense Rex Tillerson.

“Tuvimos que recordárselo con fuerza, eso es todo. El principio de distanciamiento supone al mismo tiempo el refuerzo del Estado libanés”, añadió Jean-Yves Le Drian.

Líbano, que no celebra elecciones legislativas desde 2009, teóricamente planea una en mayo de 2018.

El GISL reúne a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Francia, China, Rusia, Estados Unidos, Gran Bretaña), así como a Italia, Alemania, Egipto, la ONU, la Unión Europea, la Liga Árabe y el Banco Mundial.

Este encuentro, en presencia de Saad Hariri, se produce más de un mes después de la crisis provocada por la sorpresiva dimisión el 4 de noviembre del primer ministro libanés, entonces en Arabia Saudí, que había denunciado el papel desestabilizador de Irán y el chiita Hezbolá, apoyado política y militarmente por Teherán.

Su prolongada estadía en Riad había alimentado las especulaciones sobre su libertad de movimiento, y el presidente libanés, Michel Aoun, habló de una « toma de rehenes ». Francia hizo de mediadora para impulsar su regreso a Beirut tras una escala en París.

“PLURALISMO” VS “LEY DEL MAS FUERTE”

Saad Hariri, que había « congelado » su decisión el 22 de noviembre, la formalizó este martes a favor de un acuerdo de gobierno con Hezbolá sobre la política de « disociación » de los conflictos regionales.

Toute violation de ce principe entraînerait le Liban dans “une zone de danger”, a mis en garde Saad Hariri, soulignant que la décision des Etats-Unis de reconnaître Jérusalem comme capitale d’Israël constituait “un défi supplémentaire à la stabilité” de la región.

“Ninguno de los problemas de la región se resolverá por decisiones unilaterales, por la ley del más fuerte o por la humillación del otro. Los equilibrios en la región solo se construirán en el pluralismo que hace su historia”, declaró Emmanuel Macron en la apertura del encuentro.

Saad Hariri instó a la comunidad internacional a “asumir sus responsabilidades” ante el tema de los refugiados, una “gran crisis” para el Líbano. Los refugiados “deben poder regresar a su hogar en Siria en condiciones de seguridad”.

Sophie Louet con John Irish y Marine Pennetier, edición de Yves Clarisse