« Suenen las maracas (instrumentos de percusión, nota del editor), con Lula presidente, la vida mejorará », canta un grupo de indígenas en medio de una danza tradicional, con el cuerpo cubierto de pinturas tribales.

de 42 años, de Brasil Para (norte).

Lleva un gran tocado de plumas amarillas y prefiere expresarse en el idioma tradicional de su pueblo, aunque eso signifique ser traducido luego al portugués.

Para acceder a la inmensa explanada de los Ministerios, tuvo que hacer frente a una fila kilométrica antes de pasar por el minucioso registro del muy estricto sistema de seguridad, con detectores de metales.

Y para los que quieran estar más cerca de Lula en el momento emblemático en que subirá a la rampa del Palacio del Planalto luciendo la banda presidencial, por la tarde, todavía hay que caminar varios kilómetros por la explanada, antes de otra excavación para acceder a la Place des Trois Pouvoirs.

Entre la gente que espera así, el ambiente es de buen humor. Los activistas, en su mayoría vestidos de rojo, corean « ¡Lula, guerrero del pueblo brasileño !  » o exclamar : « ¡La Explanada es nuestra ! « .

Sofia de Souza Martins, de 15 años, prefirió venir en amarillo y verde, los colores de la bandera brasileña, de los que los partidarios del presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro se han apropiado durante mucho tiempo.

« ¡Estos colores son para todos ! « , dice este estudiante de secundaria que llegó en autobús desde Sao Paulo.

“Siempre he sido muy comprometida, gracias a la influencia de mis padres, que también son activistas. Espero que sea una gran fiesta, para que podamos volver a ser felices”, continúa.

  • Grupos folclóricos –
  • En la cola, un golden retriever adornado con una bandera del Movimiento de los Sin Tierra (MST) causó sensación. Pero muy rápidamente, Lula se roba el espectáculo.

    No el « verdadero » Lula, sino un « boneco » de tres metros, figura tradicional del carnaval de Olinda (noreste), que también se encuentra entre los « gigantes » del de Dunkerque.

    A lo largo de la explanada, grupos folclóricos de todas las regiones de Brasil marcan el compás de la fiesta.

    Joliel Silva, de 37 años, hizo el viaje desde Salvador de Bahía (noreste). “Es un momento histórico, esperemos que marque un punto de inflexión. Salimos de un período horrible y encontramos al mejor presidente que ha tenido Brasil”, dijo el joven negro que portaba una bandera LGBT.

    “Durante los dos primeros mandatos de Lula (2003-2010), vi a muchos jóvenes negros como yo ir a la universidad y los pobres vieron aumentar su poder adquisitivo. Mi padre pudo comprar su primer automóvil”, explica.

    Loide Farias, de 49 años, vino de Curitiba, en el sur de Brasil. Esta mujer rubia de gorra roja recuerda con emoción haber sufrido en el campamento de activistas instalado frente a la sede de la Policía Federal de Curitiba, donde Lula estuvo preso durante 18 meses en 2018-2019 por corrupción.

    « Voir Lula revenir au pouvoir, ça n’a pas de prix ! On l’a vu en prison, on a beaucoup pleuré, on avait peur qu’il n’en sorte jamais, même si on a toujours gardé espoir », dit -ella.

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