“Al principio quería una prótesis que imitara una pierna, como para reemplazar la que había perdido”, cuenta quien se sometió a una doble amputación tibial en 2018. “Estas purpurinas, por las que dudé mucho tiempo, me permiten ten menos vergüenza y atrévete a mostrarlos ».
“Soy una mujer coqueta, me atrevo a usar vestidos más. Mis dispositivos se han convertido en un complemento de moda”, dice orgullosa esta gerente de seguros de 31 años.
Fue su ortopedista quien le presentó esta idea para acompañar su trabajo de reconstrucción. Este « durará toda la vida », dice Estelle. « Pero mi aspecto ha cambiado. Los que me rodean han notado la diferencia ».
Durante una cita de ajuste, habla de un próximo modelo, para alternar, con Marion Fourmaux, de 33 años, en su oficina en Méteren (Norte). Debe ser de color gris claro y todavía brillante.
“Cuando te acuerdas del estado de Estelle cuando llegó con nosotros y ahora, el camino recorrido es enorme”, se regocija el protésico.
Para ella, « este pequeño extra » que ofrecen los equipos personalizados es un « verdadero apoyo » para los amputados.
Samih Benabdelhadi, un cuidador de 25 años, usa un dispositivo ortopédico gris metálico, con un « pequeño lado de Terminator » o « Robocop », mientras los niños juegan con él.
“Rompe ese mito del discapacitado que debe esconderse”, dice, paseando por el mismo parque de Harnes (Pas-de-Calais) donde perdió la pierna derecha en una bicicleta once años antes.
“Me siento bien con mi propia imagen. Es mi firma y la asumo”, lanza este subcampeón de Francia en boardercross (carrera de obstáculos de snowboard) para minusválidos mientras monta a horcajadas sobre su bicicleta de montaña.
« Gracias a las razones, no dudamos en hacerme preguntas. Es explicando nuestro día a día, haciendo este trabajo + de educación + (no le gusta este término) que evolucionarán las costumbres », afirma- él.
La personalización de su prótesis fue imaginada por Simon Colin, de 37 años, un ortopedista capacitado, que creó su taller U-Exist en 2014 en Roubaix para « romper los códigos » de la discapacidad.
Su catálogo ofrece 300 patrones para todo tipo de aparatos ortopédicos: un antebrazo con patrones de mariposas, un corsé rosa con unicornios, una tibia pintada. Pero también puede crear patrones bajo demanda o imprimir una foto personal.
“Con este tipo de dispositivo, tenemos la fuerza para reivindicar quiénes somos. La discapacidad puede convertirse en una superficie de expresión, una salida”, cree.
Trabaja con unos 150 protésicos en toda Francia, quienes ellos mismos aplican sus creaciones, en papel transfer o lycra, al equipo durante su fabricación.
“La prótesis la reembolsa la seguridad social. Nosotros nos encargamos de que la personalización”, que cuesta entre 5 y 40 euros por motivos de catálogo, “la haga el ortopedista”, explica.
Amputado de la pierna izquierda durante 34 años, Denis Fournier, de 51 años, eligió medias personalizadas de colores y estampados, otra propuesta de Simon Colin, para ponerse sobre su prótesis para alternar según su « estilo de ropa ».
« Durante mucho tiempo nos contentamos con las medias de compresión de la abuela, rosas y pasadas de moda », pero « la discapacidad no es cosa del pasado », afirma este ejecutivo de telecomunicaciones cerca de Lille, que ahora encuentra sus prótesis « más divertidas ».
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