La capacidad de una célula para dividirse, para proliferar, es esencial para la vida y da lugar a la formación de organismos complejos a partir de una sola célula. También permite el reemplazo de células usadas de un número limitado de células « madre », que luego proliferan y se especializan. En el cáncer, sin embargo, la proliferación celular ya no se controla y se vuelve caótica. Investigadores del Instituto GIGA de la Universidad de Lieja han descubierto que, en un individuo sano, ciertas células inmunitarias de la sangre, los monocitos, también tienen esta capacidad de proliferar, con el objetivo de reponer los macrófagos tisulares, imprescindibles para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Este estudio se publica en Nature Immunology.
La formación de organismos multicelulares complejos, a los que pertenecemos los seres humanos, requiere la generación de miles de millones de células a partir de un número limitado de células progenitoras que primero han proliferado y luego adquieren morfologías y funciones particulares mientras se ensamblan en tejidos y órganos. Nuestro conocimiento actual indica que la mayoría de las células que constituyen un organismo vivo surgen de las llamadas células « troncales », las cuales se han dividido por un proceso llamado mitosis para dar lugar a un mayor número de células. Estas células entonces dejan de proliferar para especializarse, diferenciarse y formar músculos, cerebro, huesos, células inmunitarias, etc. Cuando la proliferación ya no está debidamente regulada, esto puede conducir al desarrollo de diversas enfermedades, entre las que el cáncer representa el ejemplo más llamativo. En un estudio publicado en Nature Immunology, el profesor Thomas Marichal (profesor de ULiège, investigador de Welbio en el Instituto de Investigación WEL) y su equipo del Instituto GIGA de ULiège descubrieron que esta capacidad de proliferación no se limita únicamente a las células madre, sino que también una función aún desconocida de las células inmunes de la sangre, los monocitos. De hecho, los monocitos de la sangre, antes considerados células diferenciadas, son capaces de proliferar y generar una reserva de monocitos en los tejidos para dar lugar a los macrófagos, que son importantes células inmunitarias que nos protegen contra los microbios y apoyan el buen funcionamiento de nuestros órganos..
« Este es un descubrimiento fundamental importante, que cambia nuestra concepción de la participación de la proliferación celular en la constitución y el mantenimiento de nuestro sistema inmunológico ». explica Thomas Marichal, director del estudio. « Nuestro hallazgo también sugiere que la información que se puede extraer de una enumeración de monocitos en sangre, realizada clásicamente durante un análisis de sangre, reflejaría solo una pequeña parte de lo que sucede a nivel de los tejidos, durante una ‘infección o inflamación, por ejemplo’. ya que los monocitos pueden proliferar cuando ingresan a los tejidos ». Y añade : “Afortunadamente, esta proliferación está muy bien controlada y no desemboca en un proceso tumoral. Tiene un único objetivo : permitir, de la forma más eficaz posible, la sustitución de las células inmunitarias que pueblan nuestros tejidos: los macrófagos”.